viernes, 8 de marzo de 2019

"Me amé en vos" por Lorena Pronsky

Me amé en vos. Me vi con esa carcajada de nena descontrolada, arriba de la mesa. Con ese corazón un poco roto, que parecía estar sanando. Conocí mi templanza, mi espera y mi armonía. Mi fidelidad inquebrantable y mi deseo deseando desde las entrañas. Encontré mi simpleza y mi amor desinteresado. Mi mirada complice y mis consejos mas sinceros. Confirmé mi carencia de abrazos y me descubrí gozando de tus ojos, clavados en mis pupilas. 

Viajé con mi cabeza a todos los lugares del mundo de tu mano. Me vi en la playa, en las montaña, en el frío y en el calor. Aunque con un café entre las sábanas y un poco de música de fondo, tenía ya todos los viajes viajados. 
Me escuché la voz que nunca me había oído. Te hablaba con una dulzura que me impulso sin calcularla. La ansiedad de verte me devolvió las ganas de pedirte que no te vayas. Que te quede. Que me salves. 

Me miré por dentro y descubrí que estaba amando mejor. Mejor que cuando evidentemente no amaba. Te extrañé y me propuse animarme a dar ese salto al vacío, a la nada y al todo. Con vos, quería mandarme a mudar de todo lo ya establecido. No me comió una sola duda, no tuve una sola pregunta. Solo mis propias respuestas. Acá me quiero quedar. Al lado tuyo. Al lado mío. Dormí en vos. 


Un día, con el caramelo en la mano y con la ironía de recibir un regalo vacío, me dijiste que no podías seguir caminando en mi dirección. Me acuerdo que empezaste con eso de no sos vos, soy yo. Con la vida y las circunstancias. Yo te escuché y nada más. Sabía lo que iba a perder cuando te vayas y sabía que estas cosas no se piden ni se negocian. Tan sólo quise escucharte y dejarte ir. 

Mi certeza de que los amores no se reman, me evitó los llantos y cualquier tipo de lamento. Para eso tenía el baño. Un portazo más no me iba a mover la estantería, pero me la movió igual. Porque yo me amaba en vos, amaba mis propias caricias, mi libertad espontánea, mis historias nunca contadas y mi sonrisa embobada. 

Ahora vos no estás y yo me quedé con todo eso mío, sin saber qué hacer. Conozco la pelorata de la espera de algo que va a llegar, del entonces querete vos y toda la mar en coche. Pero la cuestión es que yo te extraño a vos, tanto como me extraño a mi. 
Después de vaciarme de todo lo que tenía que decir, me retiraba como tenía que ser. Perder nunca me tocó el orgullo ni la dignidad. Pero acá la cosa es distinta. Me cuesta, carajo. 
Acá si me cuesta perder, porque soltarte, me obliga a deshacerme de toda esa otra parte que es con la que me quiero quedar y no puedo. Yo me amé en vos. Y vos no estás. 

Qué va a ser mi enamoramiento conmigo cuando te suelte. Me dejaste la vara más importante de mi vida. Ahora sé quién soy yo amando bien, amando mejor. Pero te tengo que soltar y dejarme ir con vos en mi mejor versión. Me cuesta, no es fácil. Calculo que puedo con tu ausencia como pude con las demás. Lo que no me queda claro es qué va a pasar conmigo cuando me vaya con vos. 

Otra muerte más se avecina. Otro trozo más, lleno de hilachas por cortar. Supongo que es el momento de mi propia despedida y a veces cansa esto de sobrevivir. Cansa. 
Después, con la mirada más clara y limpia, sé que puedo entenderlo todo y meterlo en este baúl de sueño que sólo fueron soñados y no llegaron a ser vividos. 
Sé que voy a curarme una vez más. Lo sé, pero mientras tanto, me voy cansado de sobrevivir. 


Autora. Lorena Pronsky.  

No hay comentarios:

Publicar un comentario